PSICOTERAPIAS ESCUELAS Y CONCEPTOS BÁSICOS

INTRODUCCION
PSICOTERAPIAS ESCUELAS CONCEPTOS BÁSICOS: Éste es un libro sobre psicoterapia.
Concretamente, sobre lo que han dicho las diferentes escuelas y sus autores más representativos con respecto a lo que es, lo que debería ser y cómo se lleva a cabo la psicoterapia.
Todas las escuelas están de acuerdo en un punto: la terapia es, en buena medida, beneficiosa para las personas que la reciben.
También suelen estar de acuerdo en la atribución de este éxito:
el de los propios pacientes se debe a los méritos de la propia escuela y el de los pacientes ajenos (dudoso) a factores poco fiables.
En no pocas ocasiones el acuerdo acaba aquí.
Denominación de psicoterapia
Para empezar, no todos aceptan la denominación de psicoterapia para su ejercicio profesional: algunas posiciones desde el psicoanálisis y desde la terapia de conducta la han rechazado.
En este texto se utilizará como un modo genérico de referirnos a los tratamientos psicológicos.
La psicología nos ha enseñado que aunque creamos que estamos hablando de otra cosa, en realidad es muy posible que estemos hablando de nosotros mismos.
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Los terapeutas
Así que mostrando cómo los terapeutas hablamos de la terapia quizá estemos mostrando cómo somos, y no sólo como profesionales, sino también como seres humanos.
La propuesta de este texto es tratar de escucharlo todo e intentar algún tipo de integración más que de exclusión.
Por ejemplo, tomemos la definición que de psicoterapia da Laing:
«La psicoterapia debe seguir siendo un intento obstinado de dos personas
para recuperar la totalidad del ser humano a través de la relación entre ellas». Y veamos también la que da Skinner:
«el terapeuta se dedica a curar principalmente por razones de tipo económico.
La terapéutica es una profesión.
Los servicios que el terapeuta presta son lo suficientemente reforzantes para el paciente y para los demás para permitirle cambiarlos por dinero».
¿Son excluyentes? ¿Hay que optar necesariamente por una o por otra? ¿Es posible atender a ambas a la vez?
Diferentes escuelas de psicoterapia
Comprometerse a estudiar los elementos básicos de las diferentes escuelas de psicoterapia consiste en estar dispuesto a entrar en un ámbito donde
la creatividad, la agudeza y el rigor intelectual conviven con el sectarismo, la ceguera selectiva y el oportunismo sin, aparentemente, mayor problema.
No deja de resultar paradójico que un saber que, dicho con un lenguaje u otro, trata de ayudar a las personas a ver lo limitado de su concepción del mundo
y lo innecesariamente estrecho de los márgenes entre los que su conducta tiene lugar tenga dificultades para tratar estas mismas limitaciones en sí mismo.
Escuelas de psicoterapia
No es imposible que esta situación tenga que ver con el modo en que tradicionalmente se han desarrollado las escuelas de psicoterapia: una figura fundacional, original y carismática,
alrededor de la cual se agrupan sus seguidores, se crean criterios de pertenencia al grupo y se trata al nuevo pensamiento original
como herético y alviejo como erróneo.
Figuras fundacionales
Si lo anterior es cierto, es lógico pensar que alguna responsabilidad tendrán esas figuras fundacionales.
La tienen, sin duda, pero, en mi opinión, en un grado menor que aquellos que dicen seguir sus enseñanzas, es decir, las propias escuelas.
Leyendo a los grandes autores de la historia de la psicoterapia en sus obras originales
siempre me ha parecido percibir un aire más fresco que el que se respira en la lectura que de su propia obra propone su propia escuela:
Freud
cambia más veces sus posiciones de acuerdo a los datos que observa que lo que están dispuestos a hacer muchos freudianos;
Skinner
cita a Freud con más acierto y respeto que la mayoría de los conductistas;
Maslow
se desmarca abiertamente de los psicólogos humanistas que se declaran antifreudianos y anticonductistas, y,
finalmente, por no extendemos más, Bateson dedica unas páginas ejemplares al psicoanálisis, combinando la exigencia con el reconocimiento,
mostrando una actitud que pocas veces se encuentra en sus seguidores, incluyendo entre ellos a algunos autores de renombre.
No es, por tanto, poca tarea la que le queda a la psicoterapia por recorrer, al menos para estar a la altura de su propio discurso.
Cencillo expresa esta exigencia del siguiente modo: «En un sistema de pensamiento o en un método no es tan defectuoso el no ver más allá de un determinado límite
(pues no le es posible a un individuo o a una escuela, desde una situación determinada, ver todas las dimensiones del objeto), cuanto el excluir de antemano lo que otros, desde otras situaciones, han visto.
En el primer caso
se paga tributo simplemente a la propia condición humana, en el segundo se la ultraja».
Como lectores podemos colaborar a esa tarea tratando de ver lo que de creativo, inteligente y eficaz hay en las propuestas que he intentado resumir en los siguientes capítulos.
Es obvio que en ellos no está todo lo que se puede decir: primero, por la voluntaria limitación al formato de esquema y de concepto básico,
segundo
por el sesgo que se introduce al elegir una determinada división por escuelas y no otra,
con toda probabilidad igualmente válida, y por las exclusiones (por ejemplo, las soluciones que el saber oriental ha dado a los problemas que aquí se plantean).
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Propuestas
No cabe duda, tampoco, de que todas las propuestas aquí recogidas no son de la misma valía: la psicoterapia no escapa a la tarea machadiana de distinguir los ecos de las voces.
Pero sí están, o al menos ésa ha sido mi intención, los principales conceptos e ideas que en occidente han impulsado la consolidación de la psicoterapia
como uno de los (pocos) instrumentos que el hombre tiene para enfrentar su propio sufrimiento.
Sistemas y puntos de vista
He procurado ser respetuoso con todos los sistemas y puntos de vista que presento, no sólo por un obligado deber de rigor,
también porque tengo el convencimiento desde mi propia práctica terapéutica de que cualquiera de las ideas que siguen puede ser la más adecuada para un concreto encuentro entre terapeuta y paciente.
Parto de la suposición de que al querer abarcar tanto, apretaré poco.
Diferentes perspectivas
Por ello, para ganar solidez, he pedido ayuda a personas que trabajan desde diferentes perspectivas.
De todos ellos recibí más de lo que pedí. Mi agradecimiento para José Antonio Bustos, Lluís Casado, Ana Lía Gana, José Luis Prieto y José Antonio Ríos.
Creo que el diálogo con ellos ha enriquecido el libro. Sin ninguna duda, me enriqueció a mí.
